
Luego de un mes de septiembre muy activo en lo físico mental y sobre todo emocionalmente, con muchísimas actividades que demandaron esfuerzo personal y trabajo colectivo y resultados sumamente positivos por cierto, La Vecindá nos despidió en una preciosa mañana de sábado arrancando octubre con rumbo san marqueño.
En el camino recibimos la bendición de la Luna llena, enorme, naciendo atrás de unos pinos en la ruta 9 a la altura de Bell Ville. Un Sol naranja del tamaño de una idem, y del otro lado del horizonte, la señora Luna.

En el camino recibimos la bendición de la Luna llena, enorme, naciendo atrás de unos pinos en la ruta 9 a la altura de Bell Ville. Un Sol naranja del tamaño de una idem, y del otro lado del horizonte, la señora Luna.

Una vez hecha la parada obligatoria de absoluta fascinación y agradecimiento al costado de la ruta, continuamos camino los cinco integrantes de la comitiva: Ale Raimond, poeta y organizador de la FLIA (feria del libro independiente y autogestiva), un tipo sumamente gracioso, Malu, vecindaria galáctica y mi
compañera de carretera norteña, Jimy, fmpeposo y car driver, Patito mi amiga psicoastrologa, y yo, out of time girl.

Un equipo mixto autoconvocado por el sonido que hace en nuestro corazón el recuerdo de San Marcos. Todos somos fanáticos de este rincón del mundo. Yo empecé a visitarlo hace seis años y nunca pude parar de hacerlo. El ultimo verano, aquí, la Pacha me curó de muchas penas a fuerza de su propia belleza, y desde entonces es uno de mis lugares en el mundo. Volver al pueblo es volver a casa.




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