lunes, 12 de octubre de 2009

09.10.09 larguisimo on the road
















Jimy se volvió el miércoles para Baires, el resto de nosotros quedamos en casa de Pato con ella, con Rocio y con las dos nuevas habitantes de la casa, Vero y su hija de 10, Lihuén. Tuvimos largas mañanas de mate en el patio de la casa entre pajaros y quebrachos, campeonatos de truco nocturnos y delicias culinarias caserísimas en el horno de leña. Buena vida.

El jueves, Ale hizo la presentación de su libro de poesías en la editorial Arriba la Luna, un proyecto colectivo que inauguró un local cerca de la plaza. Armamos un stand con Malu con los libros de la FLIA y algún material que trajimos de la tribu, fmp3, la veci, mas los discos cavernícolas (lo poco que quedo after septiembre), los chicos leyeron poesías y hubo despedida y trigésimo brindis de la semana con un vino patero increible que fue el descubrimiento del viaje.

Hoy viernes nos levantamos temprano, mate y a la ruta. Decidimos viajar los 3 juntos a dedo, que nos resulta mas divertido y se conoce mas gente. El cosmos nos envio un camionero buena onda en un camión comodísimo y partimos los 3 con rumbo distinto…Ale se va a un encuentro de murgas en suardi, un pueblo de Santa Fe, y Malu y yo vamos rumbo a San Miguel de Tucuman, al encuentro nacional de mujeres, con muchas expectativas de que sea de esas reuniones gigantes y mágicas donde conocer mucha gente, aunque no sabemos ni quien organiza ni muy bien de que va la cosa…una excusa para seguir viajando, en el peor de los casos.




Estamos llendo rumbo a Sunchales, en donde se divide nuestro rumbo, hace muchísimo calor (en esta zona no llueve desde hace casi un año!) y por suerte la “conexión de gente que esta en la misma” nos envió el dato de unas chicas de La Banda, Santiago del Estero, que nos esperan esta noche para viajar juntas al encuentro.

10.10.09

La suerte siempre cambia. Ayer por la tarde, nuestro mionca driver recibió un llamado de su jefe que lo hizo desviarse de ruta y dejarlo a Ale en la puerta del lugar al que iba y a nosotras, dos horas después, en un lugar lejísimo de nuestra ruta. Ceres, un pueblo de Santa Fe en donde nos bajamos como a las 8 de la noche, dispuestas a desadormecer nuestras extremidades luego de 7 eternas horas de viaje a 80 con ayuda de una cerveza (helada por favor, que el norte esta very hot!!!) . Ni llegamos a cruzar la ruta y aparecen dos hombres como de 40 preguntando donde vamos, que ellos nos pueden acercar a Pintos, 150 km mas cerca, que nos llevan. No tenían pinta de degenerados asi que respondemos ok. Efectivamente no eran degenerados pero si bastante caretas y altamente fachos. Empezaron a criticar al MOCASE (movimiento campesino de Santiago del Estero), y yo mordiéndome para no contestar porque la ruta estaba demasiado oscura y no había ni bosta alrededor.

Por fin llegamos. Pintos era EL point de la zona aparentemente, lleno de gente bajando de los micros a comer y camiones estacionados porque había una veda de circulación de transito pesado por el finde largo. Cenamos. After tallarines con una Quilmes que nunca fue tan rica (será el agua o las ganas?) nos fuimos por ahí en averiguaciones sobre como seguir. Eran las 11 de la noche y no había camiones ni autos, los micros viajaban llenos (finde largo, again) y nosotras con una modorra tremenda y las mochilas que pesaban mil kilos a esa hora. Dos o tres charlas después, la gente de la estación de servicio nos ofrece armar la carpa en un parquecito que había al fondo, donde ya dormía mas de uno en situación parecida. Buena onda.




Dormimos hasta las 7 y otra vez arriba, desayuno, ruta. Para ese entonces el parador entero nos conocía, la gente nos saludaba desde las ventanillas del micro, nos paraban a preguntarnos cosas de la ciudad, unas chicas que iban para el encuentro hablaron con el chofer de su micro para llevarnos, sin conseguirlo, y la escena completa iba tomando tintes muy bizarros.

Al fin apareció un móvil, un cordobezazo muy buena onda (confirmo aquí que los cordobeses son o mais grande onda del país)que nos llevo ruta arriba 200 km mas. Cuando le contamos la travesia nos dijo que habíamos hecho casi 300 km demás, que habíamos agarrado una ruta que no era, pensamos en que cuando lleguemos a Tucuman hay que comprar si o si un mapa.

Nos dejo en el peaje de un pueblo de Santiago llamado Fernandez, y ahí nomas apareció otro camión que nos dijo que iba para Tucuman pero que primero tenia que pasar por Fernandez. Ok, vamos. En el tal Fernandez pueblo nos dice que ahora ya no va a Tucuman porque consiguió carga, que hablemos con algún otro. Ufa.

Descansamos un toque a la sombra (tanto calor no se puede aguantar!) charlamos con el almacenero y algún que otro vecino. Tres gitanas aparecen, la mas vieja insiste en leerme la suerte, le explico con los mejores modos que deje de leerme la suerte cuando entendi que futuro está siempre en movimiento, como decía el maestro Yoda de Star War, (aunque esto ultimo lo obvie). Insiste. Insisten las otras dos en que le regalemos algo. Una moneda, una remera, algo. Meto la mano en la mochila y le doy lo primero que encuentro, un brillo para labios, lo agarra y ni gracias. Super oscuras. Me despido diciéndoles que una de las formas de hacer que la suerte cambie es agradecer siempre las cosas que nos llegan. Cara de nada, cara de no me importa, cara de chau.

Colectivo hasta La Banda, en donde no nos espera nadie porque ya pasaron 12 horas demás, pero igual vamos porque ya estabamos llendo por ahi. En la estación de servicio donde bajamos nos dicen que tenemos que ir por otra ruta, por la 34. “pero a mi me dijeron que llegábamos por la 9” digo yo con plena confianza en el cordobes de hoy a la mañana que nos había instruido) “no, no, por la 9 no va nadie, tienen que ir por la 34” preguntamos a dos mas, y lo mismo. Ok, 34.

Ya en la 34, nos levanta un camionero jujeño, buena onda pero super pachorra, de nuevo a 80. A los 10 minutos nos pregunta si estábamos perdidas, porque para ir a Tucuman lo mejor es la ruta 9, que por ahí íbamos a hacer casi 200 km demás. Mi paciencia taurina que ya venia medio border se me fue completamente al carajo, puteandome bajito por hacerme la hippie aventurera en vez de sacar un pasaje en micro. Me dormi enojadisima conmigo misma, y cuando despierto, el camión estaba estacionado en un parador X de un pueblo Y, es decir ni puta idea. Nuestro jujeño pachorra nos empieza a explicar que había mucho viento y que el gasoil no se que y que se recalentó que se yo, que parábamos un par de horas, no sabía cuantas.

Me baje, me moje el pelo, la cara, las ideas, mal humor total, dios mio que calor, y ahora que hago.

Hablo con algunos autos cargando nafta, comiendo. Mala onda. De pronto, de la nada, aparecen dos bondis auténticamente cavernícolas, que no se ni como andaban, paran y comienzan a intercambiar pasajeros. Los de uno, para el otro y viceversa, la gente itinerando como camisetas de futbol, bajo las ordenes de una señora que parecía ser la capanga. El chofer de uno de ellos me dice que en Pozo Hondo (aparentemente asi se llama el pueblo fantasma numero mil en el que estamos) sale una combi a Tucuman, pero que no sabe a que hora. Encaro a la señora capanga, le pregunto si nos pueden acercar hasta el pueblo, que estamos varadas ahí, que por favor. Me mira mal, no me contesta, asi que tomo la no-negativa como afirmativa, la busco a Malu y nos subimos al bondi cavernícola con todas las cosas y cara de bajame si podes. Afortunadamente, Santiagueña Gritona se puso las pilas y nos acercó hasta la “terminal” de las combis, el frente de una casa que decía “la merced transporte”, en donde la señora que atendía interrumpió su milanesa para llamar al chofer de la combi que (gracias Dios!) estaba por salir. A los dos minutos estacionó la combi (cavernícola, claro) entre medio de las gallinas y mientras nos subimos lo único que se me ocurre es decirle a Malu “lo bueno de la suerte es que siempre puede cambiar “. Una hora después estábamos en Tucumán.








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